Una de las grandes preguntas que el ser humano siempre se ha hecho es si hay algo más allá de esta vida, en el momento en el que abandonamos este mundo. La muerte es sin duda el punto y final de nuestra existencia en la Tierra, al menos tal y como la entendemos desde el punto de vista físico y científico. Sin embargo, no son pocas las tradiciones que han creído firmemente en ese espacio que hay más allá de la vida. Llamémosle cielo, infierno, Más Allá… Es, en definitiva, el lugar al cuál nuestro espíritu o nuestra alma, según la creencia, accede cuando su tiempo en este mundo se agota. La creencia en esta vida más allá de la muerte es algo compartido por la gran mayoría de culturas y por todas las religiones, también con un significado mucho más conveniente para ellas, ya que en esa otra vida se nos dará recompensa por nuestros buenos actos aquí.
La creencia en ese espacio espiritual más allá de la vida se ha mantenido sorprendentemente arraigada a pesar de que la ciencia no ha podido demostrar con pruebas todavía que existe ningún Más Allá. La forma en la que esa idea reconforta al ser humano, para despedir a sus seres queridos o para afrontar su propia muerte cuando llega la hora, parece estar tan imbricada en nuestro propio ser que la ausencia de pruebas no parece importar demasiado. Sin embargo, son muchos los que sí aseguran tener prueba de esa otra vida, a través del contacto directo con personas fallecidas. Son los llamados médiums, personas que poseen un don especial para comunicarse con ese mundo espiritual, de la misma manera que los magos, chamanes y druidas lo hacían en su momento, aunque despojados de ese punto religioso y dogmático. ¿Existen realmente los médiums? ¿Pueden comunicarse con personas fallecidas o es todo un timo para estafar a los incautos?
Qué es un medium
Siempre desde su propia perspectiva y creyendo en su relato, un médium sería una persona dotada con cualidades especiales que le permite entender el mundo extrasensorial y tener contacto con seres y espíritus que viven en ese otro mundo. Se trataría de un don muy especial que muy pocas personas poseen, y que la mayoría aseguran haber conseguido de forma natural, de nacimiento, en muchas ocasiones por propia herencia familiar. De cualquier manera, los médiums también deben perfeccionar dicho don para poder canalizar toda esa información que les llega desde ese otro plano. En ocasiones, los médiums no asumen sus propios poderes, porque no quieren tener nada que ver con algo que no entienden. En otros muchos casos, aprovechan precisamente esos poderes para ofrecer sus servicios como intermediarios entre los seres de ese otro plano y del nuestro, normalmente para mantener conversaciones con personas fallecidas.
Tipos de mediums
Aquellas personas que creen que estos poderes son genuinos y reales también entienden que hay muchas formas de conseguir ese contacto con esa otra realidad, sea lo que sea. Hay médiums que pueden ver directamente a esos seres, ya sea de forma clara, hasta discernir sus rasgos más característicos, o simplemente con siluetas y formas menos definidas. Hay médiums que se basan sobre todo en lo que escuchan, en mensajes que les llegan desde esos otros planos y que ellos son capaces de reproducir, aunque no vean realmente quien los manda. Hay personas que utilizan sus poderes para transmitir esos mensajes a través de palabras, pero también de dibujos, o de la propia psicografía, proceso por el cual el médium se deja llevar para que el espíritu pueda llegar a escribir algo a través de él o ella, controlando su propia mano.
Los médiums que son “poseídos” por los espíritus suelen ser los más populares, aunque es cierto que este tipo de casos ya son menos comunes, teniendo mucho más éxito antaño. En algunos casos, estos supuestos médiums incluso hablaban con la voz de la propia persona fallecida, relatando detalles que solo dicha persona sabría, y convenciendo así a la audiencia de que todo el proceso era real. Hay médiums que simplemente tienen la capacidad de ver cosas en un momento dado, sin llegar a entender realmente esos mensajes. Son solo retazos de situaciones, momentos puntuales del pasado, que pueden servir para aclarar ciertas situaciones complejas. Este tipo de médiums son conocidos como clarividentes y en ocasiones han llegado a ayudar incluso en investigaciones policiales, para poder desentrañar misterios que parecían estar más allá del entendimiento de los propios investigadores.
Mediums a lo largo de la historia
Ya en las culturas más antiguas existía una figura parecida al médium, un ser dotado de capacidades especiales para ponerse en contacto con ese “otro mundo”. En muchos casos era considerado como un brujo, un chamán o un vidente, y servía de consejero para toda la tribu. Con el paso del tiempo, la capacidad de ver y hablar con personas fallecidas se convirtió en un don exclusiva para los religiosos, que hicieron suyo todo ese proceso, hasta que la ciencia trató de echarlo por tierra, ante la ausencia de pruebas. El espiritsmo volvió a tener una época dorada, ya mucho más popular y despojado de cualquier connotación religiosa, en el siglo XIX, y desde entonces son muchos los que siguen interesándose por estas personas. Historias como las de Ann Germain, Lorraine Warren o Chico Xavier han llamado la atención de los medios en las últimas décadas, convirtiéndoles en protagonistas de realities en televisión o incluso películas en la gran pantalla.
La credibilidad de estas personas
Pero, ¿son estos médiums personas con verdaderas capacidades o solo se aprovechan de la credulidad de las personas? Si bien es cierto que hay personas que parecen tener dones especiales para ver cosas que los demás no ven, no se han podido demostrar todavía dichos poderes de manera “científica”, en el sentido de que siempre puedan mostrarse en entornos controlados, necesarios para realizar los experimentos adecuados. Muchos de estos supuestos médiums utilizan sus poderes para ofrecer sus servicios como canalizadores, cobrando mucho dinero por dichos servicios y aprovechándose en muchos casos de la necesidad y la desesperación de familias que harían cualquier cosa por obtener esas respuestas que no han podido conseguir de ninguna otra forma. Como con otras tantas cosas, se trata de aquello que lo que creemos, o aquello en lo que dejamos de creer.