Desde siempre, el ser humano se ha preocupado mucho por su futuro, por ese mañana que parece absolutamente indescifrable para que sabemos que llegará algún día, y tendremos que enfrentarnos a él. El temor a lo que pueda ocurrir en ese futuro nos ha hecho, en muchas ocasiones, plantear fórmulas para conocerlo. Estamos hablando de algo que es tan antiguo como la propia Humanidad, y es que ya hace miles de años había algunas personas perceptivas, conocedoras de los secretos del tiempo, que eran capaces de predecir el futuro en sueños o través de diversas técnicas de lo más sorprendentes. Los druidas tenían las runas, los griegos tenían los oráculos, y en nuestro tiempo, desde hace unos siglos, la fórmula más habitual y popular de conocer el futuro son las cartas del tarot.
Surgido como un juego de cartas en el siglo XV probablemente en Italia, el Tarto consiguió fama a partir del siglo XVII, utilizándose como un método para leer el destino y el futuro. Ya entonces muchos acusaban a los tarotistas de ser unos auténticos farsantes y tratar de ganar dinero engañando a la gente, y aquella acusación sigue muy viva hoy por hoy. ¿Es posible leer el futuro a la gente a través de las cartas? Muchos aseguran que hay personas dotadas con ese don, pero que no todo el mundo puede. Hay quien lo hace directamente a través del teléfono, o de Internet, algo que se ha puesto muy de moda en los últimos tiempos, con lo que el contacto se pierde bastante, y las dudas vuelven a crecer. En este artículo vamos a analizar todo lo que tiene que ver con el tarot, tanto por parte de los que lo acusan de ser un timo como por los que creen en él de verdad.
El tarot ¿realidad o mito?
Como decíamos arriba, el tarot es un juego de cartas que tiene ya su tiempo. De hecho, su origen se marca en el siglo XV, como una evolución de los típicos juegos de naipes que ya abundaban en aquella época. Existían juegos de cartas personalizados con diferentes motivos, dibujos, etc… El Tarot nació simplemente como uno más, con las cartas incluyendo personificaciones diferentes. Su parte “misteriosa” no llegaría hasta tiempo después, cuando en buena parte de Europa comenzó a utilizarse como método alternativo a las runas y a los posos del café para encontrar el futuro de una persona y ser capaz de verlo, de una manera concreta además, en las tiradas de cartas. Por supuesto, el encargado de identificar esas cartas y asimilarlas a la historia que va contando debía tener cierto entendimiento del mundo ocultista.
Se han desarrollado numerosas teorías para explicar la funcionalidad del tarot, y a día de hoy, muchos siguen pensando que es el mejor método para conocer el futuro, una herramienta útil para aquellas personas dotadas con esa habilidad supranatural de ser capaz de ver lo que hay más allá de nuestro presente. Para otros muchos es solo un engañabobos, un método que los farsantes aprovechan para sacarle el dinero a gente desesperada, contándoles solo lo que quieren oír, inventándose historias en torno a los pocos datos que esa persona les está dando. Para estos escépticos, los tarotistas no son más que actores con un punto de psicólogos, capaces de conocer muy bien a las personas a las que atienden con un solo y sacarles mucha información al instante.
¿Por qué muchos creen en el tarot?
Hay miles de razones para explicar por qué un método tan alejado de la ciencia real y demostrable sigue contando con tanto éxito en un mundo como el nuestro, donde parece que este tipo de supercherías ya habían quedado muy atrás. La gente sigue creyendo en el tarot porque tenemos miedo de lo que pueda venir en el futuro, estamos desamparados ante lo que la vida nos pueda traer, y queremos estar más seguros, al menos conociendo lo que se nos viene encima, para prepararnos para el golpe. A veces también se hacen consultas relacionadas con la salud o el amor, porque necesitamos una respuesta concreta, en lugar de todo el marasmo de dudas que tenemos. Buena parte de las personas que utilizan el tarot de forma asidua suelen ser inseguras, crédulas, y estar en una situación límite en la que deben creer cualquier cosa y aferrarse a un clavo ardiendo.
El efecto Forer
El tarot ha sido estudiado desde distintas disciplinas, sobre todo en el último siglo. El famoso psiquiatra Carl Gustav Jung, una de las figuras más importantes de la psicología moderna, se interesó mucho por las cartas del tarot y en especial por sus 22 arcanos mayores, que simbolizan, según su idea, los arquetipos de la conciencia humana global que todos tenemos en mente. Gracias a eso se pueden vincular las historias de cualquier persona con una tirada de cartas. Sin embargo, no todos los colegas de Jung pensaban igual. Desde la psicología también se ha estudiado la forma en la que la gente empieza a creer en tarot, horóscopo y demás, imaginándose que esa visión del futuro que reciben es concreta. Se trata del efecto Forer.
Podemos definir este efecto como la creencia de una persona en estar recibiendo una información muy particular, específica y precisa sobre su vida, su pasado y su futuro, cuando en realidad dicha información está llena de vaguedades y es poco concreta, ya que podría servir para la situación de otras muchas personas. El tarot es un ejemplo claro de cómo funciona el Efecto Forer, aprovechando la ingenuidad de muchas personas, pero otro más claro es el horóscopo. Día tras día se lanzan predicciones vanas que atañen a personas nacidas en una misma época del año bajo el mismo signo zodiacal. Es evidente que no a todos los Géminis les va a ocurrir lo mismo ese día, pero conque una sola persona coincida con esa determinación, ya quedará fascinada por la adivinación para siempre.
Entonces ¿es realmente posible ver el futuro con las cartas?
Las verdades científicas están ahí. Se han hecho muchos experimentos a lo largo de estas décadas, y se ha demostrado que es bastante improbable que una persona pueda conocer con certeza y tan solo con escuchar la voz de otra, lo que el futuro le deparará. Incluso utilizando herramientas “mágicas” que canalicen esos poderes visionarios que supuestamente tiene, como las cartas del tarot. Esto no significa que no pueda haber personas capaces de intuir cierta parte del futuro, ya sea en una premonición o en un sueño. Sin embargo, utilizar ese don de forma continua y con muchas personas al mismo tiempo es algo sumamente improbable. El tarot, no obstante, seguirá siendo un negocio muy rentable para algunos mientras siga habiendo gente crédula que quiera agarrarse a un clavo ardiendo.